domingo, 23 de noviembre de 2008

El trabajo de un cura, el sueldo de un ministro y las vacaciones de una maestro...


El trabajo de un cura, el sueldo de un ministro, y las vacaciones de un maestro…

Te he hablado querido amigo del sueldo de un maestro, pero no de su trabajo… Creo que mucha gente no suele valorarlo lo suficiente. Algunos padres, viendo lo que cuesta educar a los hijos, las dificultades que encuentran se echan las manos a la cabeza y casi te compadecen porque todos los días te encierras con 25 o 30 chavales, cada uno de su padre y de su madre… Pero a menudo, te sueltan la coletilla…¡Sí, pero menuda suerte tienen con tantas vacaciones! Es curioso, pero cuando más se acuerdan muchos padres de los maestros, es en época de vacaciones, al tener que tener a los hijos todo el día en casa… “¡Que gana tengo de que empiece el colegio!”, es el grito más pronunciado…
Pero hoy no te hablaré de las vacaciones, sino del trabajo. Quiero hablarte del trabajo en una escuela unitaria que, por si no lo sabes, acoge a los niños de todos los niveles, desde preescolar hasta los más mayores… Hoy día, con la concentración escolar, no deben quedar ninguna, pero durante mucho tiempo era bastante corriente en España. Existían muchos pueblecitos, con poca población y que, a lo sumo, podrían tener una o dos clases… Algún día, alguien valorará el sacrificio, la vocación y la dedicación casi heróica de estos profesionales que, careciendo de las necesidades más perentorias de un ser humano, como puede ser el agua y la luz, entregaron su juventud para sacar adelante la formación de un puñado de niños, en los lugares más apartados de nuestra geografía.
Te hablaré un poco del trabajo en una clase unitaria… Pensando en como te pondría un ejemplo que te llevara a comprenderlo me ha venido a la cabeza la figura del director de una orquesta sinfónica. No quiero que pienses que elevo mi trabajo al de un Von Karajan, ni mucho menos, pero ¿te has fijado como está distribuida una orquesta?
Estan formando grupos… los instrumentos de cuerda (violines, violonchelos, bajos… ) por un lado, los de viento (clarinetes, trompas, saxos, trombones…), por otro, la percusión (bombos, tambores, etc) atrás… los coros… El director tiene que saber exactamente lo que cada uno de ellos ha de interpretar, darles entrada, cortarles, marcarles el ritmo, la cadencia, la velocidad, las pausas… Cada grupo tiene que saber qué hacer, escuchar a los demás, estar siempre atento a las indicaciones del director… cualquier despiste por parte no solo del grupo sino de unos de sus miembros puede ser fatal para la interpretación de una obra…
El maestro, salvando las distancias, ha de actuar igual. Primero ha tenido que hacer una distribución de grupos lo más homogénea posible para incluir en ellos a los alumnos de parecido nivel, ha tenido que programar bien las actividades que en cada momento tendrán que realizar sus alumnos, procurar que nunca falte el trabajo para que nadie se aburra o le entren ganas de alborotar en clase… En fin, no dejar nada al azar. Esto te obligaba a multiplicarte y a no bajar la guardia en ningún momento. Así, el dia anterior o antes de que los niños entrasen en clase, ya tenían los mayores, los medianos y los pequeños sus deberes individuales escritos en las pizarra, realizarlos mientras el maestro atendía individual o grupalmente. Por otro lado, siempre tenía preparadas unas fichas de ampliación para aquellos que terminaban antes de tiempo. Las horas eran agotadoras, pero pasaban deprisa. Y con el tiempo, te quedaba la satisfacción de ver como cada grupo aprendía del otro, como los conocimientos , a veces no tenían un nivel de edad… ¡cuantas preguntas hechas a los mayores, las solían contestar los pequeños… con el consiguiente sonrojo de aquéllos!
Un maestro de unitaria se ganaba su sueldo con creces, tanto que seguro que le sobraban horas para cubrir sus largas vacaciones…

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