jueves, 30 de octubre de 2008

La mili(y V)






La mili (y V)

Una vez concluida la formación castrense y la específica de la compañía, cada uno de sus componentes iba destinado a una misión concreta: asistentes, oficinistas, ayudantes, cocineros, etc…Los más se quedaban para el servicio normal de la compañía. Naturalmente, los enchufados llevan siempre las de ganar y ocupan los mejores puestos. Lo digo sin rubor, yo debía ser uno de esos enchufados al corresponderme uno de los mejores destinos: la Jefatura de Sanidad, que era una oficina situada en el centro de la ciudad, fuera de la compañía, y totalmente autónoma de la misma. Su misión era controlar todo el sistema sanitario que se refería a los soldados de la zona, como bajas médicas, hospitalizaciones, altas, traslados al Hospital de Las Palmas, urgencias, ambulancias, etc, etc…
Esta oficina estaba bajo el mandato de un Capitán Médico que, como dato anecdótico era hermano del gran director de TV Gustavo Péres Puig, y cuyo personal se reducía a sólo dos soldados, que teníamos que llevar el peso del trabajo, durante las 24 horas del día porque esta oficina no podía abandonarse bajo ningún concepto, ya que era el punto primero al que todos tenían que dirigirse para comunicar cualquier incidencia, solicitando los medios necesarios. Disponíamos de una centralita telefónica –se puede ver en la foto- con la que se podía conectar con la Compañía de Sanidad, con el Hospital, con el Gobierno Militar, y otros teléfonos de interés.










Son muchas y muy variadas las anécdotas que podría contarte, pero creo conveniente no cansarte, por ahora, con las batallitas habituales. Si te diré que entre las cuatro paredes de esta casi “solución habitacional” se fue disipando el tiempo que tenía que consumir aquí . Fíjate en la “suite” de la foto. Supongo que las colchonetas se estarían “aireando” en el patio. Yo dormía en la litera de abajo, y al pie de estas literas estaban nuestros petates y mi bandurria, instrumento al que arrancaba, en los largos ratos de asueto, notas nostálgicas de España. Fue una buena compañera.

Entre las personas con las que pude relacionarme, se encontraba mi buen amigo Alí, que estaba a cargo del reparto del correo, tanto oficial como particular. Y ahora que han pasado ya cuarenta años, creo que te puedo revelar un secreto que me pidió que conservara, para no verse envuelto en dificultades con los de su pueblo. Bien, pues resulta que yo recibía de mi casa unos paquetes con distintas cosillas, entre las que solía incluirse un trozo de jamón, alimento difícil de encontrar por estas tierras. Un día en el que yo estaba degustando este manjar, apareció Alí, y , respetuosamente, le ofrecí compartirlo conmigo. Un ¡NO! tajante casi me corta la respiración, dándome cuenta entonces de que la carne del cerdo está prohibida por su religión. Después de pedirle disculpas, ya no volví a acordarme de este suceso. Pero sucedió que, como era él el que me traía los paquetes, cada vez que recibía uno me preguntaba que si me habían mandado “jalufo” –jamón- y sucedió que el día en que le dije que sí, que me habían enviado, me pidió un trozo para comérselo, pero con la condición que nunca se lo diría a nadie. Lo cierto fue que, desde aquel día, el jamón tuve que compartirlo con mi amigo Alí. Para que veamos que en todas las religiones hay “pecadores”… Espero que Alá le haya perdonado. Bueno, y a mi también por haberle inducido…
Así fueron pasando los meses, combatiendo aquellos duros calores, el aburrimiento, la nostalgia… pero todo llega, hasta la entrega de la ansiada cartilla militar con la certificiación de licenciado. El deber para con la Patria quedó cumplido y ahora queda seguir cumpliéndolo en otros aspectos mucho más difíciles que se van presentando en el transcurso de toda la vida, como puede ser la dedicación honrada a tu trabajo y a tu familia, a la sociedad a la que te debes, a tu pueblo, a tu Nación.
No sé si volveré sobre estos temas. En estos momentos me apetece repetir aquella frase que dije el día 5 de Julio de 1963:¡¡ESTOY LILI!!”

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